El estudio de la genética y las formas en que la herencia se da entre las especies vivas de la naturaleza ha sido producto de un trabajo de estudio y observación que desde los albores de la humanidad viene dando resultados que siempre fueron considerados positivos, como el observar la cruza inter–especies vegetales con cada vez mejores frutos, que en forma empírica realizaban los seres humanos también en animales logrando mejores razas con mayor producción y fortaleza en el desarrollo del trabajo, lo que sin duda repercutió en mejores condiciones de vida; sin embargo, no es sino que hasta los trabajos de un monje llamado Gregorio Mendel, que empieza a identificar en chicharos y en forma experimental lo que vino a conocerse como leyes de la herencia, principio fundamental para continuar por el camino que nos fue llevando hasta el conocimiento sin duda más importante en Biología que en 1952 James Watson y Francis Crick descifran la estructura química del ADN, basándose en experimentos de Rosalind Franklin y Maurice Wilkins.
Pero tales conocimientos debemos considerarlos en la ciencia no solamente como éxitos sino darles el sentido histórico, social, político y económico que todo quehacer humano tiene en las sociedades. Una de las evidencias que dejó al descubierto el descifrado del código genético era que se trata de un código universal. Eso significa que todos los organismos vivos usan esencialmente el mismo diccionario para fabricar sus proteínas a partir de la información contenida en su genoma. Una consecuencia directa y visible de esto es que uno podría tomar la información que codifica una cierta proteína del genoma humano y colocarla en el genoma de una Eubacteria y la proteína debería ser fabricada y viceversa. También podría tomar el gen de una bacteria o de una mosca y colocarlo para que se exprese en una planta. Pero ¿esto es real?, ¿se ha hecho?, claro que si, es real y se ha hecho. Por lo tanto, estos conceptos son, resumidamente, correctos. Pero producto de estos conocimientos sería un paso a la ingeniería genética. Una vez aceptado el modelo de la doble hélice de Watson y Crick, se derivaron diversos programas de investigación para explicar desde el punto de vista molecular los procesos de mutación del ADN y la forma en que la información estaba contenida y era descifrada posteriormente. Este último llegó al establecimiento de lo que ahora conocemos con el nombre de “código genético”. Con el modelo de Watson y Crick, lo que Mendel había postulado un siglo antes ahora tenía explicación química. Sin embargo, no quedaba establecido cómo la información contenida en el ADN, es decir, la secuencia de las cuatro bases nitrogenadas, podía “traducirse” en los 20 aminoácidos constituyentes de las proteínas.
En las células eucarióticas las proteínas son sintetizadas en los ribosomas que se encuentran localizados en el citoplasma, mientras que el ADN se encuentra sólo en el núcleo. De esta forma se empezó a sospechar que intervenían diversas moléculas en la transferencia de la información del núcleo al citoplasma.
En el libro titulado El poder de la ciencia, de reciente edición, de la autoría del físico José Manuel Sánchez Ron destaco la apreciación que de los avances genéticos menciona como fundamental lo siguiente: “hasta ahora he estado tratando de ideas y desarrollos científicos, de la lógica interna del avance de la ciencia. No ha habido, por lo tanto, demasiado de lo que se supone en un libro que lleva por subtítulo “Historia social, política y económica”. La razón de esto es que las consecuencias sociales, políticas o económicas de la “revolución del ADN” tardaron en llegar. A finales de la década de 1960 la biología molecular podía, es cierto, presumir de tener de sí ya casi dos décadas de tradición, en las que se habían producido avances notables ( con la ayuda, desde luego, de avances procedentes del campo de la bioquímica; como la identificación de nuevos enzimas y la determinación de las múltiples funciones que desempeñan los enzimas). Había sido posible, por ejemplo describir con bastante detalle la maquinaria celular responsable de la replicación de ADN y la síntesis de proteínas, y se desarrollaron nuevas habilidades en la manipulació0n del ADN. Logros que, como no podía ser menos, tuvieron su efecto en diversas áreas de investigación: fue posible, por ejemplo, determinar en términos moleculares los principales mecanismos de transmisión de información genética en bacterias, o explicar el comportamiento genético de las formas más sencillas de vida, como las células procariotas, que no poseen núcleo.”
Teniendo como antecedentes toda esta información y lo que ha venido sucediendo en nuestro país en el uso de las transgénicos, y las restricciones como en Tlaxcala que evita su uso abierto e indiscriminado y la posibilidad de una propuesta de ley similar a esta que limite en Puebla el uso de transgénicos; y la denuncia que un grupo de ONG han hecho ante la Procuraduría General de la República, delegación Puebla de esta institución y que pretende que la autoridad haciendo uso de su capacidad legal investigue y en caso sancione a la empresa transnacional Monsanto que como probable inculpado como persona jurídica, sociedad, corporación o empresa de cualquier clase, en términos del artículo 11 del código Penal Federal) le castigue en caso de ser responsable.
Por que ya es tiempo de que nuestra autoridad se responsabilice de nuestra seguridad alimentaria y no siga permitiendo el abuso de empresas que cuenten con material genético y lo sigan comercializando sin ningún beneficio para nuestro pueblo, y sí poniendo en riesgo nuestra salud, lo que obliga a que se de también a nivel federal una moratoria que prohíba de acuerdo a la ley vigente el uso de transgénicos por tiempo indefinido, hasta que se demuestre que dichas prácticas son inocuas, y que los beneficios de su uso demuestren ser positivos para el consumo, por lo tanto como en la edad media consideramos Monsanto “non santo” en el sentido de que no es positivo o benéfico para una comunidad.
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