El escándalo por la fabricación de noticias y el espionaje a celebridades que llevó al cierre del diario londinense News of the World y la liquidación anticipada del préstamo que permitió a The New York Times (NYT) sortear una amenaza de quiebra fueron festejados con regocijo y satisfacción por la mayoría de los analistas de medios, dentro y fuera de Estados Unidos. En apariencia, éstas serían sendas derrotas para dos de los magnates considerados más perniciosos en el mundo de las telecomunicaciones. Debido a las dimensiones que tomó el escándalo por las escuchas telefónicas, el australiano Rupert Murdoch -quien ya se había hecho del control de The Wall Street Journal- tuvo que frenar sus planes para hacerse del control total de British Sky Broadcasting. Y, en el caso del pago hecho por los directivos de la compañía editora de esa publicación progresista a Carlos Slim Helú, fue interpretado como la cancelación definitiva a la posibilidad de que se convirtiera en una más de las empresas de Grupo Carso. El simbolismo de ambos casos equivaldría al espejismo de un oasis en pleno Sahara. En el caso del NYT, a los problemas que padeció desde finales de la década de los 90 por su falta de precisión y rigor profesional -allí están, como ejemplos principales, el caso de los relatos inventados de su cronista estrella Jayson Blair o las notas sobre las armas de destrucción masiva que supuestamente acumulaba Saddam Hussein en Irak- se sumaron las complicaciones de unas finanzas a punto del colapso.
En enero del 2009, a cambio de 250 millones de dólares que les prestó Slim Helú, los directivos de New York Times Company cedieron las órdenes de compra de un paquete de 15.9 millones de acciones. Dos meses más tarde, obtuvieron otros 225 millones a través de un acuerdo de compra-venta de nueva sede, construida apenas dos años antes bajo el diseño del arquitecto Renzo Piano sobre la parte sur de la mítica Times Square. Para salvar al periódico de la quiebra, sus dueños estuvieron dispuestos a vender su alma al diablo; sin embargo, a mediano plazo volvieron a aplicar la fórmula que los colocó como la referencia global en el periodismo: ofrecer a sus lectores contenidos de calidad y de impecable manufactura. En el camino fueron adaptándose a las realidades contemporáneas en la producción noticiosa -la información en tiempo real y el uso de las nuevas tecnologías- y tomaron decisiones polémicas como duplicar el precio del ejemplar que llegaba al puesto de periódicos.
La caída en la circulación y en la publicidad se detuvo. Y la directiva del periódico se preparó para el siguiente paso en la reconversión de su modelo de negocios: la implementación del paywall, un ingenioso esquema de “suscripciones digitales” que se ofrece por la módica suma de 99 centavos de dólar durante las primeras cuatro semanas. Aunque el balance financiero del segundo trimestre del 2011 de la compañía registró pérdidas atribuibles a la merma de algunos diarios regionales, las ventas de este nuevo mecanismo superan cualquier expectativa: en cuatro meses tuvieron 244,000 nuevos suscriptores.
Dentro de dos semanas, el NYT terminará de pagarle a Slim. Lo hará tres años y medio antes de lo pactado. Pero, a todo esto, ¿cómo le fue en esta aventura al magnate mexicano? Al parecer, muy bien.
Y es que, además de la tasa de interés pactada (14.03% anual), a finales del 2015 -cuando caducaba el contrato- Slim Helú obtendría el derecho a comprar un bloque de las acciones de la compañía a un precio preferencial de 6.3572 dólares por acción.
Es necesario hacer un desglose de estos elementos. En el caso de la amortización de los intereses, las partes fijaron que 11.03% se pagaría en efectivo y el resto en especie. En cuanto a la opción de compra del paquete accionario, un cálculo realizado por el bloguero Felix Salmon para Reuters sostiene que podría valer 57.1 millones dólares. Lo más significativo es que se trata de lo que se conoce como detachable warrants, lo que significa que Slim podría salir a vender esas opciones en el mercado abierto mañana, si quisiera. Y no sólo eso: las partes acordaron que si The New York Times pagaba el préstamo antes, devolvería el dinero a una tasa de 105 centavos de dólar. De acuerdo con Salmon, en los dos años subsecuentes a la firma del contrato la directiva del diario tomó otros 15 millones de dólares de las arcas de Slim, por lo que el préstamo al final ascendió a 265 millones de dólares. En el esquema de pronto pago, la devolución sería por 278 millones 250,000 dólares. Aun con el pago anticipado, no hay duda de que éste fue un gran negocio para Slim Helú.
DESALOJO. Los problemas que vive hoy la Sagarpa, que encabeza Francisco Mayorga, son mucho más copiosos que la fuga de agua potable que inundó el pasado fin de semana el estacionamiento de su sede central. Y es que, tras de la renuncia de Manuel Martínez como Director de la paraestatal Apoyos y Servicios a la Comercialización Agropecuaria -que tendrá plena validez hasta dentro de tres semanas- y los enredos en el levantamiento del nuevo padrón de beneficiarios del Procampo, brotan problemas más serios.
APÓCRIFO. El volante tiene el tamaño de un oficio. Por un lado, aparece una composición que asemeja una plana de la edición de “Ciudad”, del diario Reforma, fechada el pasado martes 27. En la otra cara, una página de La Razón. Ambas contienen sendas entrevistas en las que se destapa Laura Velázquez, secretaria de Desarrollo Económico del gobierno capitalino.
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