La catalogación de los elementos arquitectónicos de la Guerra Civil en Asturias supone un "paso previo" para planificar futuras medidas de conserva- ción y promoción de este patrimonio histórico. Así lo afirman desde la Con- sejería de Cultura, cuyo catá- logo elaborado por el geógrafo Manuel Antonio Huerta, ha permitido localizar 491 construcciones militares repartidas por 28 municipios asturianos. Respecto a su tipología, el censo incluye catorce tipos de
construcciones diferentes co- mo baterías de costa, trincheras, refugios, puestos de ob- servación, parapetos, casamatas, refugios, pozos de tirador, galerías o nidos de ametralladora. De estos últimos se con- servan 314 elementos, lo que representa el 63,95% de todos los vestigios de arquitec- tura militar que han llegado hasta nuestros días y que fue- ron construidos entre 1936 y 1937, a lo largo los quince me- ses durante los que se prolongó la Guerra Civil en Asturias.
“Hay una tipología muy variada y algunas construccio- nes como las casamatas de ar- tillería fueron casi exclusivas de Asturias”, apunta Manuel Antonio Huerta, quien a su vez destaca la variedad que hay in- cluso respecto a un mismo elemento como fueron los nidos de ametralladora.
Según Huerta “los hay muy variados: redondos, cuadra- dos, poligonales, con distinta distribución interior o diferencias en las troneras”. Tras llevar a cabo durante dos años el catálogo, este geógrafo se atreve a afirmar que por canti- dad, estado de conservación y variedad tipológica, el Principado de Asturias dispone del “mejor” patrimonio arquitec- tónico de la Guerra Civil en toda España.
Pero esta arquitectura militar carece por ahora de una fi- gura específica de protección y desde la culminación del catálogo hay elementos que se han perdido como ya ha sucedido en Oviedo. “En Prado de la Vega desapareció casi todo y las Matas está pendiente de un hilo”, advierte Manuel Antonio Huerta en alusión a dos ejemplos concretos situados en el entorno de Oviedo, municipio que atesora 175 cons- trucciones de la Guerra Civil, más del 35% de las existentes en toda la región. Por detrás lo siguen Candamo, con 66 elementos, Las Regueras, con 57 o Soto del Barco, con 36. En el caso de Prado de la Vega, en Oviedo, Huerta recuerda que allí se concentra- ban varias construcciones de las que destacó un conjunto de trincheras subterráneas de hormigón de varios me- tros de longitud.
Y es que la expansión de los núcleos urbanos constituye la principal amenaza pa- ra este patrimonio. Sin salir de Oviedo hay que hablar de la posición fortificada de Las Matas, cerca del polígono del Espíritu Santo, dónde aún se conservan restos de unas siete construcciones como nidos de ametralladora, gale- rías de tiradores, puesto de mando y una batería . En el momento de su construcción en 1937 esta posición, ubicada en el borde Este de la capital asturiana, enlazaba con Prado de la Vega, La Monxina y Matalablina, como parte del conjunto de fortificacio- nes levantadas por el ejército republicano dentro de la guerra de posiciones que supuso el cerco al Oviedo defendido por los nacionales.
A juicio de Huerta Las Ma- tas es “de lo mejor y más es- pectacular” del patrimonio asturiano de la Guerra Civil. Amenazado desde hace años por un proyecto urbanístico, este geógrafo apuesta por su conservación sin impedir que allí se levanten edificios. “Sería tan fácil como dedicar el espacio donde se encuentra a zonas verdes”, añade.
Y es que en su opinión no se trata de conservar todo lo que hay. “Nadie habla de declarar Bien de Interés Cultural a todo ese conjunto formado por casi 500 elementos arquitectónicos. Por el contrario, añade, “hablamos de con- servar elementos aislados y significativos”, comentó Ma- nuel Antonio Huerta respecto a Las Matas o al fortín del Cueto, ubicado cerca de Lugones.
En la misma línea se pro- nuncia el historiador Luis Aurelio González, autor de La Maginot Cantábrica. 50 rutas por escenarios de la Guerra Civil en Asturias y León, quien a su vez apuesta en esta publi- cación, la primera que se edita en Asturias, por recuperar las casamatas de El Condado, en Oviedo, o el complejo de fortificaciones de San Román de Candamo, nidos de ametra- lladora de la línea del Sella cerca de Arriondas o el fortín de la Guaranga, en Ponga.
A falta de una figura de protección específica de rango regional para este patrimonio militar, algunos ayuntamientos, como Gijón, Llanera o Castrillón, han seguido las indicaciones de Cultura y ya lo han incluido en sus catálogos urbanísticos. “Es un primer paso”, afirma esperanzado Huerta.
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